Pasamos la barrera de la cincuentañez y de pronto nos volvemos viejas para un montón de cosas. Escribiendo este artículo descubrí para qué cosas ya estoy muy vieja, pero también llegué a la conclusión de que no estoy vieja para muchas más. Sin más rodeos, a lo que vinimos:
No estamos viejas para:
Enamorarnos
¿Según quién la experiencia del enamoramiento es exclusiva de la juventud? ¿Dónde está escrito que cuando uno madura ya no debería volver a sentir mariposas? Entiendo perfectamente que con el paso de los años, las relaciones a largo plazo se vuelven plácidas y hay más camaradería que pasión. Perfecto y válido. Sin embargo, conozco más de una pareja que ha logrado mantener la llama encendida.
La química no tiene edad. Las mariposas no preguntan cuándo nacimos ni saben de cosas lógicas. Ahora bien, estar sin pareja no obliga a nadie a desear tenerla, volver a enamorarse o sentir esa emoción medio estresante de conocer personas nuevas. Que Hollywood siga vendiendo sus historias irreales. De la pantalla para acá, la cosa es diferente, no hay libretos, ni relaciones perfectas. Definitivamente, estamos muy viejas para que nos digan qué sentir y qué hacer con lo que sentimos.
Cambiar de profesión
Esto sí que está arraigado en nuestro sistema de creencias y en las normas sociales que no están escritas en ningún libro, pero sí en la mente de muchos. Se nos ha enseñado que después de hacer lo mismo por años y años, no tiene sentido darle un giro a nuestra vida. Las personas que deciden, después de los cincuenta o más, aprender algo diferente a su especialidad o simplemente cambiar su actividad económica, son bichos raros para muchos y ridículos para otros.
Dicen por ahí que «loro viejo no aprende a hablar» y que es «mejor malo conocido que bueno por conocer». No es que yo quiera discutirlo todo, en serio (tengo fama de eso), pero los refranes son sólo frases, no verdades absolutas. Y yo, las refuto desde todo punto de vista. Que uno quiera mantenerse en la comodidad de lo conocido, es válido. Pero que por tener una edad, no pueda aprender cosas nuevas o hacer cambios en el estilo de vida, eso es algo que no tiene ningún sentido.
Definitivamente, estamos muy viejas para esperar a que los demás aprueben los giros que elegimos darle a nuestra vida.
Disfrutar del sexo
Quienes pasamos de los cincuenta y más, sabemos que el sexo es un manjar para degustar. Valoramos más la calidad que la cantidad, sabemos qué nos gusta, qué no, cuándo queremos y con quién. Podemos proponer sin pensar en qué dirán si lo hacemos, la experiencia se convierte en un valor y no en un motivo de desconfianza. Es cierto que nuestra cintura no es tan pequeña, ni nuestra piel tan firme, pero ¿quién dijo que para tener buen sexo se necesitan un montón de atributos físicos? Hay quienes ya no están interesadas en el tema, lo respeto. Pero para las que sí, sólo puedo decirles, que nunca estarán tan viejas como para perderse los besos, las caricias, las fantasías, los orgasmos, los juegos eróticos, el placer del buen sexo. Y amigas, estamos muy viejas, para sentirnos culpables por querer tener una vida sexual plena.
Practicar deportes
Dicen por ahí que después de cierta edad no podemos practicar un montón de deportes. Yo no diría que es por la edad, sino por el estado de salud y la condición física. Claro, hay afecciones de salud que nos impiden realizar ciertas prácticas, como por ejemplo correr, si las rodillas no están en buenas condiciones, pero en general, después de los cincuenta, podemos practicar un sinnúmero de deportes. Ahora bien, el rendimiento quizás no esté al nivel de una persona joven, pero es que a estas horas competimos con nosotras mismas, no estamos interesadas en demostrar nada y hacemos las cosas porque queremos y no para cumplir con las expectativas de otros. Eso sí, estamos muy viejas para ir por ahí dando explicaciones acerca de nuestras elecciones.
Y podría seguir con una lista muy larga de cosas para las que no estamos viejas, como por ejemplo PARA CAMBIAR DE LOOK, VIVIR EN OTRO PAÍS, REPLANTEARSE LAS VIEJAS CREENCIAS, SER ESPONTÁNEAS, ROMPER ESQUEMAS. La decisión es personal.
Pero para lo que definitivamente NO ESTAMOS VIEJAS, es para vivir, como dice la canción que ha inmortalizado Frank Sinatra, A NUESTRA MANERA.
Aquí, un regalo: My Way (A mi manera)
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