Abuelas del siglo XXI

Mis entrañas no te acunaron,

pero llevas mi historia

deambulando por tus venas.

Al verte, mi bien, quiero que sepas,

que veo en ti a mi padre en tus ojos insolentes,

a mi madre en tu nariz larga,

a mi abuela en tus manos de dedos delicados.

Mis entrañas no te acunaron,

ni tu apellido se escribe con la tintura

de mi sangre.

Pero en ti está, sin ninguna duda,

la carcajada estridente de tu abuelo,

el caminar presuroso de tu padre,

mi amor por la música y las letras.

Mis entrañas no te acunaron,

ni sufrí el pavor de perderte

antes de verte frente a frente,

pero moriría por ti una y mil veces.

Y si el destino al lanzar sus dados

te obligara a compartir mi techo,

y te robaras mi sueño

mi libertad y mis fuerzas,

no dudes, amor mío,

sería para ti madre,

hermana, maestra,

además de ser tu abuela

Las abuelas de Antes

No he llegado a ese momento de la vida en que me inmortalice a través de mi descendencia. Respeto la decisión de mi hijo de ser padre o no; por lo tanto, ser abuela es algo sobre lo que no tengo el más mínimo control (como si de verdad uno pudiera controlar algo con certeza). Sin embargo, soy en potencia una abuela del siglo XXI. Y aunque todas las abuelas son diferentes, hay algo que tenían en común y que en estos tiempos, dejó de ser una prioridad: ser abuela era casi un destino seguro, dar nietos era prácticamente una obligación de todo hijo. Cuando una pareja tomaba la decisión de casarse, pensaba no sólo en tener hijos, se sabían responsables de la continuidad de la estirpe.

Las abuelas, además, eran instituciones. Transmitían a través de sus historias, el legado familiar. Muchas de ellas, verdaderas matronas, además de ser excelentes cocineras, manejaban un saber ancestral que les permitía, con sólo mirarla a los ojos, saben si una mujer estaba embarazada, conocían recetas herbolarias que servían para muchos males del cuerpo y del alma, sus brazos y regazo blandos y generosos, eran el lugar perfecto para hacer dormir un bebé o acoger un corazón partido.

No todas las abuelas eran dulces y «querendonas», pero no por eso menos importantes. Recuerdo que durante las visitas a la casa de mis abuelos paternos, usábamos los zapatos negros de charol, medias con encaje en los tobillos, vestido vaporoso con cinta amarrada a la espalda. Nos sentábamos en silencio mientras los mayores hablaban. La abuela sonreía levemente, hablaba poco. Mi abuela materna murió cuando yo aún no había nacido. Mi madre fue una abuela tierna y permisiva, y tengo la fortuna de vivir de cerca el abuelazgo de mi hermana mayor, una abuela del siglo XXI, sin molde, original e infinitamente amorosa.

Y llegó el siglo XXI

Llegó el siglo XXI y las nuevas abuelas dejaron de parecerse en muchos aspectos a las que ellas mismas habían conocido en su propia historia. El delantal, los bordados y el crochet se convirtieron para muchas en meros pasatiempos o recuerdos del pasado, el intercambio de recetas a mano desapareció, las redes sociales llenaron los espacios libres de muchas, una nueva vanidad y deseo de mantener por más tiempo la juventud cambió los hábitos de la mayoría y finalmente, los celulares conquistaron el día a día. Sin embargo, así como las abuelas de antes no eran todas iguales, en estos tiempos tienen sus propias particularidades.

Y para hablar de ellas, de su experiencia y su sentir, construí un pequeño cuestionario que amigas y parientes respondieron para darme luces acerca de qué significa ser abuela en estos tiempos. A continuación, comparto algunos hallazgos y conclusiones.

Amor sin obligación

Todas las abuelas encuestadas, sin excepción, hablaron de un amor infinito, indescriptible, sin el peso de la responsabilidad que tiene la maternidad (y paternidad). A pesar de que muchas de ellas, por diferentes razones han participado de la crianza o la han acompañado por lapsos de tiempo, su experiencia ha sido de liviandad, de libertad en el sentido real de la palabra. Un amor repleto de ternura, un amor más flexible.

Abuelas vs abuelitas

En nuestro imaginario una abuela es una viejecita, pequeña, encorvada, de pelo blanco, mirada plácida, blusa abotonada hasta el cuello, chal sobre los hombros, falda larga, una pancita abultada y chalinas. Definitivamente las abuelas el siglo XXI no se sienten identificadas con esa descripción, pero el imaginario está allí.

Cuando les pregunté si ser abuelas las había hecho sentir viejas, la mayoría dijo que no, que el contacto con sus nietos las ha llenado de una nueva vitalidad, de ganas de volver a jugar, de una alegría diferente a la que sintieron al ser madres, ya despojada miedo y responsabilidad de crianza.

Las abuelas de estos tiempos se visten con jeans, hacen deporte, practican yoga, se tiran al piso para jugar con sus nietos. Las viejas costumbres de narrar anécdotas de otros tiempos, fueron reemplazadas por legos, lectura de cuentos, idas al parque, juegos de roles y disfraces, salidas al centro comercial y al cine. La televisión, los juegos digitales y los celulares, reemplazaron las tertulias alrededor de los abuelos. Creo que si llego a convertirme en abuela, intentaré revivir esa hermosa costumbre.

Abuelas de sandre, abuelas adoptivas, amor sin límites

¿A quién se parece? Es casi la segunda pregunta cuando nace un bebé (¿Nació sano, perfecto? es la primera). Entonces esa criaturita llorona y extenuante, se convierte a la luz de todos los que la rodean, en una especie de collage, con las manos del abuelo, los ojos de la tía, la nariz de la abuela, los «cachetes» (mejillas) del papá, las piernas largas de la mamá, el pelo de la tía abuela. Cada similitud despierta gozo y orgullo, como si de alguna manera ese nuevo ser garantizara la prolongación de la vida, de una historia que viene de siglos atrás, un árbol que se ramifica y se eterniza.

Pero el amor no necesita compartir una historia genética. Hay otros nietos y otros abuelos, que han sido elegidos y no paridos por sus padres adoptivos; nietos y abuelos provenientes de las nuevas familias, de segundas o terceras uniones; nietos que caminan, se ríen, gesticulan, tienen gustos parecidos a los de sus familias adoptivas o que son únicos y no se parecen a nadie y son tan amados como los nietos de sangre.

Las abuelas madres

Y hay otras abuelas del siglo XXI, que han sacrificado su tiempo libre, por necesidad o por elección, para que sus hijos, las madres y padres del siglo XXI, puedan trabajar, desarrollar sus proyectos profesionales, llevar el pan a la casa. Son abuelas madres, que aman como abuelas, pero cuidan como madres, atienden la fiebre, acompañan las tareas escolares aunque ya las cosas no las enseñen como antes, preparan biberones, papillas, llevan los niños al colegio, son testigos de sus primeros pasos, guardan el diente que se cayó para que el Ratón Pérez le deje regalo debajo de la almohada mientras el niño duerme.

No todas las que son abuelas soñaron serlo, otras lo desearon desde siempre. Hay abuelas a la antigua, otras más dinámicas y modernas; hay abuelas alcahuetas y otras muy estrictas; hay abuelas para visitar a ratos, otras casi madres. Tantos tipos de abuelas, pero abuelas al fin y al cabo, derretidas con esos seres que sin querer les hablan con sus rasgos y sus gestos de los ancestros, los parientes, de ellas mismas.

Agradecimientos

Gracias a todas esas abuelas maravillosas que se tomaron el trabajo de contestar un cuestionario de diez preguntas, por su honestidad, por compartir conmigo y a través de este artículo, con todos ustedes, su propio sentir. Mil y mil gracias. Un abrazo para todas.

A continuación transcribo algunas frases de las encuestas, que me parecieron llenas de belleza, honestidad y sabiduría:

…Es un amor exagerado…los adoro. Ileana Reyes.

…Cambió mi manera de ver el mundo desde el punto de vista del Amor. Mareña

…Me mostró la ternura que mis hijos desarrollan por los suyos y esto me los puso más cercanos. María del Pilar Echeverri.

…Madre sustituta incondicional disponible las 24 horas del día. Olga Lucía Collazos. Y compartió esta bella frase «Al ser padre, se aprende a ser buen hijo. Al ser abuelo, se aprende a ser buen padre».

…Me siento más rejuvenecida, no me siento como las abuelias que pintan con bastón. María Elena González.

…Me tomo la vida más deportivamente, más tranquila, me los gozo…Mariú Llanos.

…No es una responsabilidad, es una dicha para disfrutarlos, definitivamente ese es el estado ideal. Y lo más importante SOY FELIZ de ser abuela. Martha Aparicio.

Olga Lucía Cabal responde con este dibujo de su nieta Luciana a la pregunta, «Descríbete como abuela»:

Retrato de Olga Lucía Cabal, realizado por su nieta Luciana



3 respuestas a “Abuelas del siglo XXI”

  1. Gracias por esa hermosa reflexión soy madre de una hija de 28 años que será madre en abril de este año, es decir seré abuela. Por tanto me estoy empapando de lo que ahora en el 2020 significa serlo. Un abrazo y gracias de nuevo.te sigo…

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    1. Gracias. Me encantaria que compartieras conmigo tu experiencia de ser abuela.

      Le gusta a 1 persona

    2. Gracias a ti por leerme y por compartir esta experiencia conmigo

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