Destellos

El vaso de cristal que estalla…

Un rayo de sol reflejado en una moneda…

El olor a niñez que escapa por una ventana…

La tonada que canta una vieja foto…

El verso de un amante prestado…

Ese árbol que nieva en rosa…

La gota de lluvia que quiere ser lágrima…

El sueño reiterado…

Una serenata ajena…

Recuerdo de un olvido…

Algunas personas le llaman magia, otras fe, intuición, mensajes del cielo, señales. La forma de nombrar este fenómeno no es importante. Yo he decidido ponerle un nombre: DESTELLO. Me imagino que a ustedes, como a mí, les ha pasado que algunas decisiones o quizás, algunas de sus más brillantes ideas, les han sido sugeridas en momentos que sentimos rutinarios: lavarse las manos, caminar a la cocina, una tonada a lo lejos, observar una escena en la calle, leer un titular del periódico, una acalorada discusión, esperar en la fila de un banco, un chiste, un aroma… De repente, algo dentro de ustedes, se enciende, se activa, se aclara.

Yo diría que los DESTELLOS son regalos. ¿De quién? ¿Para qué? No tengo una sola respuesta. Digamos que a mí me gusta pensar que son de la vida (como si la vida fuera algo que está fuera de uno); atajos que por fortuna encontramos a mitad de camino y simplemente están ahí para que los tomemos…o no. Quizás el libre albedrío se trate de eso, de tener la potestad de usar esos atajos, que a veces se alargan como si la vida (si, esa que está acá adentro, pero que nos gusta ponerla afuera), nos jugara una broma.

Yo he tomado decisiones basadas en destellos… y no siempre el resultado ha sido lo esperado; de nada sirve arrepentirse, el camino está andado, los pasos, como las migas de pan que fueron dejando Hanzel y Gretel, los recogió el tiempo; imposible dar marcha atrás, no hay retorno. Y aunque algunas decisiones pareciera que pudieran deshacerse, es tarde. A veces el camino de vuelta es uno mismo y en ese andar, se ha transformado.

Los DESTELLOS están siempre allí, frente a nuestra nariz. Los expertos en destellos, son sin duda, los niños. Son cazadores de tesoros, ven milagros en rincones, en lugares invisibles para nosotros, los adultos llenos de prisas, recuerdos y planes. La buena noticia, jamás llegamos a ser tan adultos, como para pasar por la vida sin ser testigos de, al menos, un destello, un milagro, que implacable, desafía nuestra lógica y desarma ese otro milagro que es nuestra mente racional.

El Reto

Me gusta escribir cuentos. A veces me preguntan de dónde saco las ideas, cómo es que encuentro las historias. Pues bien, vienen de un DESTELLO. Uno de mis cuentos favoritos se titula, EL RETO. Es la historia de una iguana que aprende a volar. ¿De dónde podría haber sacado esa loca idea? Les contaré. Cada año intento viajar a Guayaquil a pasar unos días con mi familia. Y sin falta, visito uno de mis lugares preferidos de esa ciudad: el parque de las iguanas. En pleno centro, existe un parque lleno de iguanas y de palomas que no sólo conviven en paz con los visitantes humanos, sino que entre ellas, han formado una hermandad. Las palomas descansan en el lomo de las iguanas y las iguanas reciben un suave masaje. La primera vez que estuve allí, maravillada, les tomé cientos de fotos. Al revisarlas, me encontré esta que comparto a continuación y me dije: aquí hay una historia. Ese cuento, formará parte de un libro que publicaré en pocos meses.

Trucos para atrapar destellos

No hay fórmulas para atrapar destellos. Sin embargo, me tomé el atrevimiento de hacer una lista de trucos que podrían ser útiles. Al menos a mí me han funcionado casi todos. Y bueno, después de trabajar con niños por tantos años, he tenido a mi lado excelentes maestros. Aquí mis top 10:

  1. Caminar despacio (de vez en cuando)
  2. Escuchar con atención (sin andar pensando en otra cosa)
  3. Hacer pereza y disfrutarla
  4. Mirar dos veces (o tres o cuatro)
  5. Observar a un niño jugando (ellos no necesitan estos trucos)
  6. Perder el tiempo una que otra vez (sin remordimiento…además, el tiempo no se puede perder, somos nosotros los que, a menudo, andamos perdidos)
  7. Ir a cine y hablar de la película con alguien (o solos)
  8. Leer, lo que sea, pero leer.
  9. Mirar hacia arriba y también hacia abajo (mientras caminamos despacio)
  10. Cerrar los ojos y…escuchar, sentir, respirar.

Hay mas trucos; seguro ustedes podrían aportarme algunos nuevos. Soy una ávida cazadora de Destellos, así que si se saben más trucos, serán gratamente bienvenidos.

Y ahora…a seguir maravillándonos. Vale la pena. Dice el viejo refrán: de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco. Yo le añadiría: de niño, músico, poeta, soñador y loco, todos tenemos un poco. Y, por cierto, todos tenemos derecho a ser iluminados, cada cierto tiempo, por un DESTELLO.



2 respuestas a “Destellos”

  1. Qué buen escrito Ana, con qué acierto describes los Destellos! Los encuentro también en la mirada profunda de un amigo o ser querido, en un buen café compartido con alegría y larga charla sin afanes y los los silencios profundos y extendidos compartidos o a solas…también en los sueños que la almohada comparte con nosotros y nos manda bellísimas iluminaciones o «Destellos «. Cada vez escribes mejor! Felicitaciones!!!

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    1. Gracias Lili. Tener lectores es lo que lo motiva a uno a mejorar cada día. ¿Cómo es que se me pasó lo del café?

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«Caminante no hay camino, se hace camino al andar». Antonio Machado

Esta página es más que un lugar, es una bitácora de navegación, rutas erráticas, marcadas vivencias y reflexiones de la autora del blog y de escritores invitados. Prosa, poesía, reflexiones, escrutinios interiores, gritos de rebeldía y también gotas de sabiduría y gracia.

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