Video Vida

Soy de la generación que creció viendo en televisión Los Supersónicos, Viaje a las estrellas, Perdidos en el espacio, La guerra de las galaxias, El carro fantástico, Automan, Cosmos 1999, Buck Rogers y otras que seguramente se me quedaron en el tintero. Muchos de sus protagonistas dejaron de ser hace tiempo los héroes y heroínas de moda, pero por años, fueron causantes de bastantes suspiros; no había tanta oferta de canales así que seguíamos fielmente cada capítulo con gran ilusión. El futuro estaba lejos…pero nos alcanzó. Aún no nos teletransportamos, pero sigo con la esperanza de poder verlo antes de que sea mi hora de darme la gran siesta.

Y claro, podrán decirme que el futuro no existe, que vivamos el presente, yo misma lo promulgo. Pero, obviamente, estoy hablando de otro tipo de futuro, el de la ciencia ficción; quizás muchos de los inventos de hoy, nacieron en la mente de cientos de personas que no se conformaron con recordar o soñar, sino que le dieron forma física a ese futuro que veían en los libros y en las películas; ese que nosotros estamos viviendo hoy, maravillados, para al fin incorporarlo a nuestra cotidianidad.

Y ¿saben? Me encanta dejarme deslumbrar, con las posibilidades creativas del ser humano, con su capacidad de convertir los sueños, en realidades tangibles.

Me parece fascinante, que ese pequeño aparato, que cargo en la mano gran parte del día, dejó de ser un objeto para escuchar la voz de otra persona y se transformó, en un instrumento que me permite acercarme a los que están lejos. No me detendré en los otros servicios de mi teléfono celular; para eso está el manual, que seguramente me mostrará un montón de opciones que todavía no he descubierto.

«Nos vemos»

Las expresiones cotidianas: «nos vemos», «más tarde nos vemos», «en un rato nos vemos», «¿cuándo nos vemos?», nos muestran claramente la importancia de mirarnos a los ojos, de compartir sonrisas, de constatar que detrás de la voz, del texto, del cable, hay otro ser humano con quien queremos comunicarnos. Después de años de hablar por teléfono, de mandar mensajes de texto y luego de voz, vino la tecnología con las video llamadas y las instaló en nuestras vidas.

La historia de la humanidad ha sido marcada y dividida, por eventos que de una forma u otra, nos han obligado a mirar hacia el presente y hacia el futuro, de manera diferente; nos han retado a salirnos de nuestras viejas costumbres y de abrirnos a posibilidades de las que no nos imaginamos que íbamos a ser testigos.

Las nuevas generaciones han vivido tantas transformaciones, en tan corto tiempo, que quizás han perdido la habilidad de maravillarse, no han terminado de aprender a utilizar un aparato y ya hay otro nuevo en el mercado. En su mente predomina cada vez más, el «qué sigue» y cada vez menos, el «qué increíble«.

Nosotros, la generación de los cables, los que vimos películas en Betamax, escuchamos música en discos de vinilo y casetes, aún conservamos esa habilidad infantil, de ver magia en todas partes. Pero también, nosotros, los mayores de cincuenta, a veces, nos resistirnos a los cambios, nos aferramos a soñar con lo que fue, con la forma como se hacían las cosas, con frecuencia pronunciamos frases como «todo pasado fue mejor«, o «en mis tiempos, esto, en mis tiempos aquello«.

Yo no vengo, con este artículo, a hacer apología de la tecnología; de hecho reconozco que me encanta, que la uso y que cada aparato nuevo, cada opción que descubro, me parecen nuevas aventuras. Vengo a rescatar, desde la gratitud, la «Video Vida» y no porque piense que una imagen en una pantalla pueda reemplazar el olor de otra persona, el tacto, la caricia, el abrazo, el compartir espacios, experiencias, viajes, comidas.

Me siento agradecida con esas personas soñadoras, tanto las que vieron el futuro primero en sus mentes, como las que lo volvieron realidades tangibles. Quiero agradecerles la posibilidad de ver a mis familiares que están lejos, a los amigos que no he podido ver en estos tiempos de confinamiento, hablar con ellos, estar, con ellos; quiero agradecer que puedo realizar mi trabajo de otra manera, aunque al principio me pareció difícil, retador, incómodo (pero así son los retos, si no fueran así…no serían retos).

No creo que la «Video Vida» haya llegado para reemplazar la presencialidad, pero llegó para quedarse, para ser un complemento, nos guste o no. Las cosas no son buenas o malas por sí mismas, lo son por el uso que les demos.

Y antes de terminar, si tengo lectores menores de cincuenta años, los invito a darse una vuelta por esas series de ciencia ficción que han inspirado a los nuevos cineastas y creadores de series; los invito a leer a esos autores que crearon mundos e historias, dentro de ellos, como si fueran videntes. Es posible se rían un poco de la tecnología, pero ahí está la semilla de lo que están viendo y viviendo HOY.

Todo lo que vemos ahora, alguien, primero… lo soñó.



7 respuestas a “Video Vida”

  1. Me encantan tus artículos Anita, me sorprendo siempre cómo se mos ha facilitado la vida con la tecnología! Y como alguien en algún momento lo pudo imaginar…! Gracias por escribirlo…

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    1. Si, Sandrita, uno dá por hecho casi todo y no se pone a pensar qué tuvo que suceder, para que lo que disfrutamos el día de hoy, se convirtiera en realidad

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  2. Gracias, yo tengo 60 años y a menudo me sorprendo de los cambios drásticos. Sin embargo intento meterme en la mitad y aprecio lo nuevo tanto como lo viejo.

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    1. Esa es la actitud, gracias por tu comentario

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  3. Que buen artículo! Me hizo ver que a mis casi setenta años me he maravillado con todos los avances tecnológicos : en comunicación, diversión, salud, industria, etc. etc.. y aun espero maravillarme más , porque la mente del hombre es infinitamente creativa.

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    1. Leticia, tú sí sabes cómo degustar la vida. Gracias por tu comentario.

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  4. Excelente Anita, tu artículo fue de hecho, una video vida

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«Caminante no hay camino, se hace camino al andar». Antonio Machado

Esta página es más que un lugar, es una bitácora de navegación, rutas erráticas, marcadas vivencias y reflexiones de la autora del blog y de escritores invitados. Prosa, poesía, reflexiones, escrutinios interiores, gritos de rebeldía y también gotas de sabiduría y gracia.

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