¿Y yo qué puedo hacer?

Vivimos tiempos caóticos, llenos de miedo, dolor, ansiedad, tristeza, hambre, desesperación, violencia. Nos preguntamos, con sentimiento de impotencia: ¿Y yo qué puedo hacer? Y seguimos con nuestra cotidianidad, dejamos la pregunta en el aire, sin respuesta, sin reflexión, sin hacernos conscientes del potencial que cada uno de nosotros tiene para SERVIR y ser instrumentos de transformación.

Servicio, acción de servir, ¿pero servir en qué contexto?. En el de la convivencia humana, desde el propósito consciente que le damos a la palabra (el lenguaje con todas sus posibilidades), al trabajo, la actividad creativa, la investigación, la enseñanza, al liderazgo, la creación de empresas, la producción de bienes y servicios, la planeación de estrategias, la construcción de conocimiento, en fin, el propósito de ofrecer bienestar, a través de cada una de nuestras acciones, no solo a nosotros mismos, sino a los otros seres humanos (sin sacrificar el planeta que habitamos).

¿Y yo qué puedo hacer, como individuo, en momentos de crisis colectivas (del tipo que sean)? ¿Qué puedo aportar? Es una pregunta que no puedo contestar por nadie. Pero que sí puedo plantear para muchos, para ustedes que están leyendo este texto. Hay quienes salen a luchar por lo que creen, que alzan su voz en favor de los que sufren pobreza, enfermedad, guerras, injusticias. Pero existen otras formas de actuar además de salir a las calles, llevar carteles y gritar arengas. La tecnología nos ha permitido hacernos conscientes de que vivimos en una gran aldea global, donde lo que pasa en un rincón del mundo es replicado en tiempo real en el otro extremo. Vivimos en el paraíso (o infierno) de la interconectividad permanente, que nos permite tener acceso, no sólo a información casi infinita, sino a multiplicidad de personas, pero que a veces nos dificulta ver a los que tenemos más cerca, nuestras familias, amigos, vecinos, habitantes del barrio, de la ciudad, del país.

¿Y yo qué puedo hacer? Estoy convencida de que hoy, esta pregunta, es más importante que nunca. Nadie es tan pequeño que no pueda hacer un aporte, ni tan grande, que tenga en sus manos la vida de todos. Como maestra, como madre, hermana, amiga, voy encontrando mis propios caminos de «hacer algo» que marque la diferencia. Es hora de que empecemos a preguntarnos, de qué manera podemos poner un grano de arena (o más de uno); ser gestores del bienestar de todos, no sólo en momentos de crisis profundas, como ahora, sino cuando las cosas parecen andar bien. Es tiempo de dejar de ser sólo espectadores, mirando a través de la ventana muertos de miedo, preocupados con las noticias que llegan a través de los diversos medios de comunicación o de los cientos de mensajes que recibimos a través de las redes sociales; es hora de hacernos la pregunta ¿Y yo qué puedo hacer? y empezar a encontrar nuestras propias respuestas.

Para poder contestar una pregunta, primero hay que hacerla. Y tu, ¿Qué puedes hacer?



2 respuestas a “¿Y yo qué puedo hacer?”

  1. Gracias Ana María ¿Yo que puedo hacer? Pensamos que es tan poco, pero podemos actuar en nuestro circulo cercano. Construir, no destruir. Cuidar la forma de hablar, tratar de entender al otro y ayudar en la forma que puedo, no juzgar, proteger al más vulnerable, orar con esperanza y fe a Dios nuestro Padre misericordioso por los gobernantes, las autoridades para que tomen decisiones sabias y justas,

    Le gusta a 1 persona

    1. Qué bello María Teresa. Es cierto, y eso no es poco. Es mucho

      Me gusta

Deja un comentario

«Caminante no hay camino, se hace camino al andar». Antonio Machado

Esta página es más que un lugar, es una bitácora de navegación, rutas erráticas, marcadas vivencias y reflexiones de la autora del blog y de escritores invitados. Prosa, poesía, reflexiones, escrutinios interiores, gritos de rebeldía y también gotas de sabiduría y gracia.

Newsletter