Alguna vez alguien me dijo: temo tomar una decisión y equivocarme. Creo que es un temor humano, lógico. Cada vez que elegimos un camino, abandonamos otro. Y no hay marcha atrás. Cada decisión que tomamos, tiene consecuencias. A veces, deseables. Otras, contrarias a lo que quisiéramos. Si son buenas o malas, dependerá de los resultados que no siempre son evidentes o rápidos. No tomar una decisión, aunque parezca paradójico, también lo es. Irse o quedarse, tomar o dejar, avanzar o quedarse quietos, ir hacia adelante o dar un paso atrás. Desde el momento en que abrimos los ojos cada mañana, empezamos a tomar decisiones. Unas son casi automáticas, otras, pensadas y repensadas. Algunas se toman por impulso, sin medir las consecuencias; muchas, después de consultar con la almohada, amigos o expertos. No hay forma de saber si una decisión va a terminar en un resultado favorable. A veces, cuando las cosas salen mal, terminan siendo mejor que si hubieran salido bien.
La naturaleza nos ha dotado de un cerebro que puede ir más allá de los impulsos, los instintos y de las infinitas programaciones inconscientes; somos capaces de anticipar las consecuencias de muchos de nuestros actos, como si pudiéramos predecir el futuro.
Después de los cincuenta, hemos tomado millones de decisiones. Nos hemos felicitado y arrepentido una y otra vez. Eso es la experiencia. Acertar y fallar nos permite ser más inteligentes para anticipar consecuencias.
Hace poco leí un artículo muy interesante. Aquí les dejo el link por si se animan a leerlo (https://www.psyciencia.com/como-afecta-la-edad-a-la-capacidad-de-tomar-decisiones/). Aquí un fragmento:
«Psicólogos de la Universidad de Basel y el Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano reportaron que, en situaciones donde se deben tomar decisiones simples, los adultos mayores se desempeñan tan bien como los adultos jóvenes. Sin embargo, de acuerdo a su estudio, que fue publicado en la revista académica Cognition, el envejecimiento podría afectar el desempeño en situaciones donde la toma de decisiones es más compleja.
Las decisiones importantes en política y economía generalmente son hechas por personas mayores: de acuerdo con la revista Forbes, la edad promedio de las personas más poderosas del mundo en 2013 era de 61 años. Y, si recordamos que a nivel mundial la población se va haciendo más longeva, la selección de individuos de mayor edad para dichos roles poderosos podría haberse intensificado.«
Es posible que los jóvenes sean un poco más rápidos en lo concerniente al manejo de las nuevas tecnologías. Los nacidos en el siglo XXI, no saben qué es vivir sin pantallas. Está claro que realizan varias operaciones al mismo tiempo, que su cerebro va de un asunto a otro a unas velocidades que nos hacen sentir torpes. Pero en las decisiones de fondo, cuando nos hacemos mayores, somos mucho más asertivos. Eso es lo que está sustentado en estudios serios y que podemos constatar con nuestra propia vida. Las «metidas de pata» jamás se olvidan y… !cómo enseñan!
En tiempos de nuestros abuelos, había un verdadero respeto hacia los mayores, sus opiniones y consejos eran escuchados. Las cosas han cambiado, ese es un cambio triste. Lamento que en la actualidad cumplir años nos avergüence, nos acompleje. Estar en desventaja tecnológica con los jóvenes no nos hace estúpidos. Simplemente tenemos otra información que además, es mucha.
Es hora de hacernos respetar. No saber para qué sirven todas las aplicaciones de un celular no es tan importante como saber tomar decisiones conscientes, a sabiendas de que tienen consecuencias. La madurez, la verdadera inteligencia, implica asumir esas consecuencias. No siempre al hacernos mayores nos hacemos más sabios o maduros. Pero eso es otro tema. Qué desperdicio vivir y no aprender.
Al llegar al final de este texto tengo una propuesta: valorarnos, respetarnos a nosotros mismos y jamás permitir que se nos falte al respeto. No temamos envejecer. Yo he decidido celebrar cada día que se suma a mi vida. Antes del punto final dejo una pregunta en el aire: ¿Qué tal decidimos dejar de decir que la tecnología nos atropella y nos abrimos a aprender (a nuestro propio ritmo) a usarla y aprovecharla?.

Siiii…nos decidimos a aprender para no quedar incomunicadas🤗
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De acuerdo en lo que propones. La tecnología llegó para todos y lo que nos distingue de los jóvenes es el RITMO, la velocidad y la no reactividad. Esos son valores tomados de las experiencias de cada día.
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