Ahí estás,
página en blanco,
me miras a los ojos…
desafiante.
Se agolpan en mi mente
imágenes caóticas,
pasado, presente y futuro
confundidos.
El silencio lo sabe…
tu muerte anda cerca.
Los dedos se alistan como un atleta
antes del disparo que ordena la partida.
Titubeo.
No hay nadie a mi lado.
Sólo fantasmas que burlones
escapan de mis sueños.
Las palabras,
que se deslizan
a través de mis huellas digitales,
danzan,
dibujan espirales,
se abrazan entre líneas.
Miro la página
y con sorpresa descubro,
el nacimiento
de un poema.

La página en blanco, la partitura virgen, el bloque de mármol, el lienzo limpio, el sol antes de hacer huir la noche, los lunes, el primer día del año, el «si, acepto», el nido vacío, el último día en la oficina, la cama desnuda de compañía, el llanto del recién nacido, las escrituras de la nueva casa, la puerta que se cierra y que no volverá a abrirse, el último suspiro.
Cada decisión es una muerte y al mismo tiempo un nacimiento y entre los dos, está el silencio antes de la creación de una vida o de una idea. Le tememos al silencio, a la muerte, a los nacimientos; le tememos, en últimas, al cambio, que ni siquiera es necesario, es inevitable.
Hace dos meses no escribo. No porque no tuviera nada que decir, al contrario, las palabras se acumulaban en mi mente. Pero he estado estudiando y tuve la fortuna de descubrir a Roxane Gay (https://roxanegay.com/), en un curso virtual titulado «Escritura para el cambio social» (Writing for social change). Gran maestra. Una frase de ella quedó retumbando en mi cabeza: uno no escribe para hacer amigos, sino para decir lo que está convencido que necesita ser dicho.
Y yo muda en medio de todo lo que pasaba a mi alrededor, en mi país dividido en bandos absurdos. Yo muda observando familias tambalearse, amigos distanciarse. Yo muda sintiendo que también me dividía por dentro, eligiendo entre ser aceptada por otros a pesar de pensar diferente o alzar mi voz y dejar de ser cobarde.
Las cartas están echadas. Un candidato ganó y otro perdió. Pero si continuamos atacándonos entre hermanos por tener perspectivas de la vida diferentes, no habrá ganadores, todos perderemos.
Sueño con vivir en un mundo en el que pensar, actuar, trabajar, amar, crear, caminar, verse, elegir, de forma diferente, sea normal (teniendo como norte el respeto a la vida, a la dignidad). Un lugar donde se puedan debatir ideas, donde quien piense distinto a mí, en lugar de ser mi enemigo, me muestre otras maneras de pensar, ver y asumir la vida.
Sueño con ser testigo del NACIMIENTO de un mundo en el que cada uno de los habitantes de este planeta, tenga la oportunidad de una vida digna. Sé que es una utopía pero…el primer paso para que un cambio se lleve a cabo, es soñarlo.

Resultan muy amenos e interesantes tus escritos, poéticos y reflexivos! El nacer y morir márcan los eventos entre los que se desenvuelve la vida. ..y el ser humano es especialista en complícarla …
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Gracias Leti por ser lectora fiel y por tus comentarios. Y tienes razón, los seres humanos somos expertos en complicarlo todo
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La palabra resiste, la mente crea, la esperanza acompaña, los abrazos nos contienen, la poesía toca los corazones ♥️ me gustan tus poemas, gracias!
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La palabra resiste, la mente crea, la esperanza acompaña, los abrazos nos contienen, la poesía toca los corazones ♥️ me gustan tus poemas, gracias!
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Gracias Ana Isabel por alentarme como poetiza.
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Acepto tu invitación a ver las situaciones como el nacimiento… Y acepto tu ayuda para encaminarme a él, cuando se me esté perdiendo…
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Y yo la tuya
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No puede ser más acertado tu artículo . No hemos aceptado que al nacer ya tenemos la posibilidad adquirida de morir. Que lo que creemos lo creamos y que ser empáticos nos facilita la vida. Gracias por ser luz con tus escritos.
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